Florentino y el Diablo su joropo contrapunteado hasta Cincinnati
Clara Trueba
4 de junio de 2022
Florentino y el Diablo su joropo contrapunteado hasta Cincinnati

Información Código Latino EE UU

Cincinnati es más que iglesias, razas y comida. Por doquier se respira cultura. Una mezcla racial que permitió, por ejemplo, que el hijo de asiático sea hoy el alcalde. Sin embargo, la historia de hoy no es sobre el burgomaestre.

La música llanera se oye y trae recuerdos de Venezuela.

En aquel recinto, el Music Hall de la ciudad, un “venezolano” habla a través de la música. No está en persona. Es la interpretación de Florentino que, en su lucha contra el mal, le canta a una audiencia por intermedio del tenor Santiago Ballerini, un cantante de ópera de origen argentino, que cuenta con un repertorio variado de obras musicales y teatrales.

El papel del “malo” es escenificado por el barítono Gustavo Castillo, un músico nacido en Barquisimeto, estado Lara, y quien poseé un registro vocal muy reconocido en EEUU, Europa y América.

La crónica de hoy habla del concierto del 27 de mayo de este año, en aquel teatro, en horas de la noche, y con un público que pudo deleitarse con diversos pasajes de América Latina, y uno de ellos, de Venezuela.

La velada se llamó “South American Epic” (o “epopeyas suramericanas”) y hacía un homenaje a tres compositores latinoamericanos:

  • Alberto Ginastera (1916-1953), de quien se entonaron 8 temas, bajo el nombre de Suite from Panambí. Ginastera nació en Argentina pero se radicó en Europa, donde compuso diversos temas que son populares en su país, como la dedicada a Panambí.
  • Heitor Villa-Lobos (1887-1959), Chóros No. 10 Rasga o coração, Rend The Heart. Villa-Lobos era de Brasil y dejó un repertorio muy amplio.
  • Y Antonio Estévez (1916-1988), autor de la Cantata Criolla, que incluye el poema Florentino, el que cantó con el diablo (Creole Cantata: Florentino, who sang with the devil). La Cantata Criolla fue estrenada, originalmente, el 25 de julio de 1954 y ganó el Premio Nacional de Música en Venezuela, por lo que hoy es considerada la obra nacionalista venezolana más importante del siglo XX.

Estévez se inspiró en la creación de Alberto Arvelo Torrealba, Florentino y el diablo, que narra un contrapunteo entre estos dos personajes, por lo cual, se convierte en una especie de ópera en cuanto a la interpretación y carácter que le imprimen los cantantes. No es una ópera, es una cantata, explican los expertos.

El compositor, que nació en Calabozo, estado Guárico, arregló también Mediodía en el Llano, Cromovibrafonía y Cromovibrafonía múltiple; ésta última fue expuesta en las obras de Soto en Montreal y el Museo de Arte Moderno de Ciudad Bolívar, indican en su biografía.

¿Y quién se podría imaginar que aquel joropo se oiría en un recinto de música clásica o académica?

Los venezolanos presentes en el Music Hall salieron felices de este descubrimiento y atribuyen el éxito a los arreglos de Estévez a una obra de Arvelo Torrealba.

Arvelo Torrealba (1905-1971)  fue un barinés que se convirtió en poeta; era abogado, gobernador de su estado entre 1941 y 1945, y fue diplomático.

El barinés describe en su obra a un campesino, Florentino, llanero alegre, valiente y coplero, dispuesto a enfrentarse a todo.
La obra Florentino fue creada en 1940, y se le considera una versión del cuento de los Hermanos Grimm, La Caperucita Roja. Hansel y Gretel, La Cenicienta, y Las tres hojas de la serpiente, que denotan la lucha entre el bien y el mal.

En coplas se relata el viaje del hombre al pueblo de Santa Inés de Barinas a una fiesta y de cómo percibe que un hombre vestido de negro lo persigue. En ese tramo, el diablo lo reta a un contrapunteo para disputarse el alma del llamado “Catire quitapesares” y el campesino gana por su sencillez y don de gente.

En esta oportunidad, el South American Epic fue dirigido por el músico Juanjo Mena, y tuvo como ejecutores al coro de May Festival, bajo la batuta de Robert Purco, y Cincinnati Symphony Orchestra, dirigida por Louis Langrée.

Un criollo con voz mundial

¿Y quién es Gustavo Castillo, quien le da vida al diablo en la Cantata?

El larense se formó en  “El Sistema” de orquesta, fundado por José Antonio Abreu, y, entre 2010 y 2016, estudió canto en la Fundación Musical Simón Bolívar con Idwer Álvarez, según su biografía.

En los primeros años, participó en espectáculos operísticos en Venezuela, especialmente en el Centro Nacional de Acción Social por la Música (Cnaspm) y en el Teatro Teresa Carreño de Caracas.

Luego, con el transcurrir del tiempo, interviene como solista en la Iglesia de St. Marien de Bonn, Alemania, con la interpretación en el Réquiem de Mozart, el Réquiem de Anton Faist y el de Gabriel Fauré.

Más tarde, es invitado al Royal Festival Hall de Londres, donde cantó el Réquiem de Juan Bautista Plaza, Réquiem de Maurice Duruflé y Misa corta de Kodaly Zoltan, con la Coral Nacional Juvenil Simón de Bolívar de Venezuela (CNJSBV).

En el campo de la ópera, entre 2014 y 2015, formó parte del elenco de La Bohème de Puccini dirigida por Gustavo Dudamel en el Teresa Carreño de Caracas (en el papel de Schaunard); en el Teatro alla Scala (en el papel de Un aduanero ), Belcore en L’elixir D’Amore en el Teatro Municipal de Caracas, Sharpless en Madama Butterfly y en el rol de Turandot en la versión concierto dirigido por Dudamel en el Centro Nacional de Acción Social por la Música en Caracas.

En 2016 fue admitido en la Academia de Especialización para Cantantes de Ópera del Teatro alla Scala, donde debutó interpretando a Dandini en La Cenerentola per i bambini, dirigido por Pietro Mianiti y Ulrich Peter.

En 2018, da vida a Peter en la obra Hänsel und Gretel de Humperdinck, dirigida por Marc Albrecht y Sven-Eric Bechtolf, que gana el premio Abbatia de ese año.

Castillo debutó en Irlanda en el Wexford Opera Festival con el papel de Foscari en Il Bravo de Saverio Mercadante, bajo la dirección de Jonathan Brandani y Renaud & Doucet, por lo que fue galardonado con el premio “La beca de amigo aria”, otorgada por el director del festival David Agler; la producción fue nominada como “Mejor Producción de Ópera” en los premios The Irish Times Irish Theatre Awards.

En 2019, interpreta El Diablo en La Cantata Criolla, con la Orquesta Sinfónica de Boston. Ese año grabó “La fanciulla del West” de Puccini con la Orquesta Filarmónica Estatal de Transilvania en Cluj-Rumania; e hizo el papel de Dulcamara en el Elixir de Amor en el Festival Città Sant’Angelo, en Italia.

En ese año, obtuvo el Primer Premio en el Concurso Internacional de Ópera “XXVII Edición del Premio Marco Koliqi Music Studio 2019”; el Tercer Premio, el Premio del Público y el Premio Zarzuela en el VI Concurso Internacional de Canto “Ópera de Tenerife”; el Segundo Premio al “Premio Etta e Paolo Limiti 2019”.

En 2020, encarnó a Enrico en Lucia di Lammermoor de Donizetti en la Ópera de Oviedo; en el Teatro Comunale di Bologna interpreta el papel de Sharpless en Madama Butterfly de Giacomo Puccini; gana el Primer Premio en la VI Revista Internacional de Jóvenes Voces Líricas promovida por la Associazione Amici della Lirica “Giuditta Pasta” de Saronno.

En 2021, asume el rol de Mirko Zeta en La viuda alegre de Lehar, en el Teatro Lírico de Cagliari; y regresa como Fígaro en Il Barbiere di Siviglia de Rossini en una gira organizada por el Ticino Musica Festival en la Suiza italiana.

Entre sus futuros compromisos, el venezolano participó como Rodrigo en Don Carlos de Giuseppe Verdi, en la versión original, en el Konzert Theatre Bern.

En los últimos años ha dado conciertos en América con la Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Dudamel, con el rol de El Narrador en La Estancia Op.8 de Alberto Ginastera; y como Marcello en La Bohème de Puccini en el Centro de Artes Escénicas de Hyogo, en Japón.

Clara Trueba