El pasado 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, cerca de 703.000 personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo. Puede ocurrir a cualquier edad, y en 2019 fue la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.
Según cifras presentadas en un informe del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) en 2022, ese año 2.173 personas se quitaron la vida en el país, un promedio de 7,7 muertes por cada 100.000 habitantes.
Desde el observatorio señalaron que si bien los datos revelaron un aparente descenso en comparación con 2018 cuando se registró una tasa de 9,3 muertes por cada 100 mil habitantes, en los últimos 7 años, los niveles “siguen superando ampliamente” los datos estimados antes de que en el país comenzara la crisis humanitaria compleja.
Si bien se trata de un problema de salud pública cuyas causas son multifactoriales, la OMS subraya que se puede prevenir mediante intervenciones oportunas. No obstante, en Venezuela no existen políticas públicas para la prevención del suicidio. Así lo aseguró Emmanuel Rivas, periodista, defensor de los derechos humanos e integrante de la ONG Caleidoscopio Humano, quien además afirmó que Mérida registra la tasa más alta.
“En un trabajo que presentamos el pasado 10 de septiembre en el marco del Día de la Prevención del Suicidio hicimos mucha énfasis en Mérida porque es el estado que registra la mayor tasa de suicidios en el país. En Mérida no hay ninguna política municipal, regional ni mucho menos nacional que aborde este tema y la salud mental”, aseguró.
Rivas señaló que una de las causas principales del suicidio en el país es la crisis humanitaria compleja que atraviesa Venezuela desde 2015 y, en el caso puntual de Mérida se han identificado otros factores, entre ellos el acuso, el abuso de sustancias y bebidas como el alcohol, entre otros.
“Hay otros factores de riesgo como los antecedentes familiares de comportamiento suicidas, exposición prolongada a agroquímicos, en el caso de las zonas rurales del estado Mérida como los municipios Pueblo Llanos, Cardenal Quintero, Rangel; el consumo excesivo de alcohol, el bullying o el acoso escolar, los señalamientos incluso por la orientación sexual, la disfuncionalidad y la desestructuración familiar. También hay un factor de riesgo que nos involucra a nosotros como comunicadores, como periodistas, y es la forma en que estamos comunicando los suicidios”, subrayó.
Según la OMS, si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular, la depresión y el consumo de alcohol) está bien documentado, muchos casos se dan en personas que lo cometen impulsivamente en situaciones de crisis en las que su capacidad para afrontar las vicisitudes de la vida, como los problemas económicos, las rupturas sentimentales o enfermedades crónicas, está mermada.
Además, el organismo sostiene que se ha demostrado suficientemente que vivir conflictos, catástrofes, actos violentos, abusos, pérdida de seres queridos y sensación de aislamiento puede generar conductas suicidas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables y discriminados, como los refugiados y migrantes; los pueblos indígenas; las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales; y los reclusos.
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